No cabe duda de que la actividad física es buena para la salud y previene las enfermedades cardiovasculares. Pero, ¿es igualmente beneficioso cuando el aire está contaminado con gases de escape? Los resultados de muchos años de investigación ponen de relieve el problema.
Esta pregunta la pueden plantear los vecinos de las grandes aglomeraciones, para quienes es obvio hacer jogging todos los días o utilizar la bicicleta para moverse cómodamente por las calles congestionadas. ¿Correr por las vías de comunicación de la ciudad o entrenar en el gimnasio local al aire libre trae más daño que bien? Si inhalar los gases de escape durante el ejercicio intenso eliminara los beneficios para la salud de hacer deporte, ¿tal vez hacerlo en la ciudad no tendría ningún sentido? Científicos de Dinamarca, Alemania y España se ocuparon del problema. Un estudio observacional, luego publicado por científicos de la Universidad de Copenhague en el Journal of the American Heart, muestra que el asunto no es tan obvio como podría parecer.
Estar activo protege contra un ataque cardíaco
El objetivo del estudio fue averiguar si la actividad física en el aire contaminado con dióxido de nitrógeno (NO2), que es un componente de los gases de escape de los automóviles, podría prevenir ataques cardíacos o recurrencias. La observación, que duró 17,7 años, contó con la asistencia de 51 mil. personas de 50 a 65 años, residentes en Dinamarca, Alemania y España. Los científicos preguntaron si estaban haciendo actividad física al aire libre: deportes, ciclismo, senderismo y jardinería. Luego, combinaron esta información con datos sobre la frecuencia de ataques cardíacos entre los encuestados (primero y posteriores) y datos sobre la intensidad del tráfico rodado en ubicaciones individuales. Los resultados fueron sorprendentes. Como era de esperar, resultó que un nivel más alto de dióxido de nitrógeno aumenta el riesgo de un ataque cardíaco (en un 17% para el primero, en un 39% para el siguiente). Sin embargo, la probabilidad de un ataque cardíaco fue estadísticamente menor en las personas activas, independientemente de la calidad del aire.
No solo en bicicleta
Descubrieron que el ciclismo moderadamente rápido durante 4 horas o más por semana redujo el riesgo de un ataque cardíaco recurrente en un 31%. Los encuestados que ocuparon el mismo tiempo no solo con el ciclismo, sino también con otro tipo de actividad, redujeron su riesgo para la salud hasta en un 58%. Además, el primer ataque cardíaco ocurrió con menos frecuencia en personas físicamente activas, a pesar de la mala calidad del aire. Para aquellos que solo andan en bicicleta, el riesgo fue menor en un 9% y para aquellos con un perfil de actividad más diversificado, en un 15%. La exposición media de los encuestados al dióxido de nitrógeno fue de 18,9 μg / m3 (el límite superior de la norma adoptada en los países de la UE es la carga anual de 40 μg / m3). ¿Conclusiones para deportistas urbanos? En primer lugar: no renunciemos a la actividad física en la ciudad, aunque haya mucha actividad aquí. Segundo: busquemos rutas alejadas del tráfico pesado de automóviles. Tercero: no nos limitemos a un tipo de deporte: ¡cuanto más variada sea la actividad física, mejor protege el corazón!
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