La tuberculosis del aparato genitourinario (tuberculosis urogenital) es una enfermedad rara, y sus síntomas no son muy característicos: febrícula o fiebre baja, debilidad generalizada.Solo con el tiempo pueden aparecer dolencias del tracto urinario, como micción frecuente y dolorosa, hematuria o dolor en la región lumbar de la columna. Sobre todo, las personas mayores de 45 años están enfermas y los casos de la enfermedad en los niños pertenecen a la casuística.
La tuberculosis del sistema genitourinario (tuberculosis urogenital) es la reactivación del foco primario de tuberculosis que se localiza en los pulmones. Por lo general, los síntomas urogenitales aparecen 20 años después de la infección. Los órganos que generalmente se ven afectados por Mycobacterium tuberculosis incluyen los riñones, los uréteres, la vejiga, la uretra y los genitales. En el último caso, es posible la infección directa del huésped a través del contacto sexual, pero la tuberculosis es una infección secundaria en la mayoría de las situaciones.
El desarrollo de la tuberculosis consiste en la transmisión del patógeno (en este caso son los bacilos de la tuberculosis) desde el foco primario, que son los pulmones, hasta la localización secundaria, que son los riñones. Las micobacterias se mueven desde la corteza hasta la médula renal a través de los vasos sanguíneos y linfáticos. A esto le sigue la necrosis y la desintegración del foco, lo que provoca la propagación de bacterias a otras estructuras del sistema genitourinario.
Tuberculosis urogenital: síntomas
Los síntomas de que la bacteria ingresó al sistema genitourinario no son muy característicos, lo que dificulta el diagnóstico e implementación del tratamiento farmacológico. La enfermedad es secreta y los primeros signos de infección pueden aparecer incluso 20 años después de la infección inicial. Con mayor frecuencia, los pacientes informan:
- debilidad general sin razón aparente
- aumento de la sudoración, especialmente por la noche
- fiebre baja y fiebre
Después de un tiempo, aparecen nuevos síntomas según el órgano afectado. Ellos pueden ser:
- malestar en la región lumbar de la columna vertebral, en la proyección de los riñones
- síntomas de disuria, es decir, síntomas que acompañan a la micción
- trastornos de la micción, micción frecuente o, por el contrario, muy raras
- en el caso de afectación de los órganos genitales masculinos, por ejemplo, con epididimitis, los pacientes se quejan no solo de síntomas locales en forma de dolor, sino también de cambios inflamatorios crónicos en forma de engrosamientos y cicatrices
- en las mujeres, la afectación del órgano reproductor se manifiesta por trastornos menstruales (períodos raros y escasos), adherencias intrauterinas e infertilidad primaria
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Diagnóstico de tuberculosis urogenital
El diagnóstico de tuberculosis requiere, en primer lugar, diagnósticos bacteriológicos destinados a identificar la presencia de micobacterias. Las pruebas de laboratorio muestran piuria, a veces hematuria. Los antecedentes de tuberculosis pulmonar, VIH u otras afecciones inmunodeprimidas deben hacer sospechar la enfermedad. Un elemento de diagnóstico importante es la extracción del tejido modificado y la evaluación de la preparación en un examen microscópico. Es muy importante no tomar muestras de lugares que puedan verse afectados por neoplasias, es decir, el proceso del cáncer. Un buen ejemplo son las bocas de los uréteres. Además, las micobacterias de la tuberculosis deben buscarse en la orina. Se cultiva de 3 a 6 veces en días consecutivos a partir de la orina de la mañana.
Cuando el panel de investigación básica resulta insuficiente, se realizan pruebas de diagnóstico por imagen: urografía, cistoscopia y, en algunos casos, tomografía computarizada. Por otro lado, la ecografía es una excelente herramienta para monitorear la dinámica de los cambios durante la farmacoterapia.
Tratamiento de la tuberculosis genitourinaria
El tratamiento de la tuberculosis genitourinaria no difiere mucho del que se practica en la tuberculosis pulmonar clásica. Los efectos terapéuticos son muy buenos. El motivo es, entre otros buen suministro de sangre a los riñones, lo que mejora la penetración de los fármacos en el parénquima renal. El tratamiento de la tuberculosis suele durar entre 6 y 12 meses aproximadamente. Desafortunadamente, los medicamentos utilizados en la terapia antituberculosa, por un lado, destruyen de manera muy eficaz los pequeños focos de tuberculosis, pero por otro lado tienen una serie de efectos secundarios, muchos de los cuales afectan los riñones. Pueden causar fibrosis del tejido renal en una etapa posterior, incluso insuficiencia renal. La primera señal de alarma es la retención urinaria. Además de la farmacoterapia, todavía se utiliza el tratamiento quirúrgico, que incluye procedimientos ablativos practicados incluso en el caso de abscesos. El tema de la extirpación del riñón inactivo sigue siendo un tema controvertido en el caso de solo focos de tuberculosis limitados.
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