Los expertos predicen que enfrentaremos una ola de más pandemias. La necesidad de mantener la distancia social no es solo la falta de eventos masivos, sino también una distancia adecuada cuando se cruzan, por ejemplo, en la acera. El problema lo notan no solo los activistas de la ciudad, sino también los urbanistas. Estos últimos se preguntan hasta qué punto la pandemia actual cambiará las tendencias en el diseño de espacios urbanos más grandes.
La pandemia, después de habernos encerrado en cuatro paredes, ha dejado vacías las plazas y espacios de la ciudad que antes eran reuniones. Nuestro mundo se ha reducido a dormitorios y lugares de trabajo.
En el siglo XXI ya han aparecido SARS, MERS, Ébola, gripe aviar y ahora Covid-19. Si realmente hemos entrado en la era de la pandemia, ¿cómo podemos diseñar nuestras ciudades para que el espacio exterior no se convierta en una zona "prohibida", sino en un lugar seguro y animado?
Ciudades como trampas mortales
Las ciudades han recorrido un largo camino en la lucha contra las enfermedades.Solía ser un lugar donde la esperanza de vida, debido a la contaminación, era mucho menor que en el campo.
"Las ciudades han sido trampas mortales en el pasado", dice la periodista científica y autora de The Fever and Pandemic, Sonia Shah. - El rápido crecimiento durante la Revolución Industrial ha contaminado las calles, y Londres y Nueva York se han convertido en focos de enfermedades peligrosas como el cólera. El resultado fue un invento que cambió nuestras vidas: el sistema de alcantarillado.
Los autores del informe sobre la teoría de los sistemas de alcantarillado de 1840 señaló que gracias al sistema de alcantarillado se logró reducir en un 50% la mortalidad por enfermedades pulmonares en las ciudades españolas.
En los últimos años, las tendencias en el diseño de espacios públicos vuelven a centrarse en el aspecto de la salud. La prioridad es crear un espacio amigable para los peatones, ciclistas y corredores. El verde y su efecto saludable sobre los habitantes fue también uno de los aspectos más importantes que tuvieron en cuenta los urbanistas.
El transporte rápido también fue importante. Las ciudades concentran la mayoría de nuestros destinos de viaje: lugar de trabajo, oficinas, tiendas, hospitales y hogares. Sin embargo, la buena accesibilidad ha resultado ser un arma de doble filo, ya que permite una propagación potencialmente más rápida de enfermedades infecciosas, un excelente ejemplo de las cuales es Covid-19.
Según Rebecca Katz del Center for Global Health Science and Security, el 68% de la población vivirá en ciudades en 2050. Esto significa que la presión para convertirse en sitios preparados para una pandemia solo aumentará.
No todas las ciudades son igualmente vulnerables
Las ciudades ricas que se centran en el transporte ecológico y sostenible, como Copenhague, están mejor preparadas para un brote. El ciclismo eficiente significa que menos personas utilizan lo potencialmente peligroso, en una emergencia epidémica, el transporte público y los grandes espacios verdes permiten mantener una distancia social. Estar en el aire al mismo tiempo le permite mantener el equilibrio mental y la actividad física.
Sin embargo, la situación es bastante diferente en ciudades densamente urbanizadas y, al mismo tiempo, con una infraestructura deficiente como Bangladesh o Nairobi.
La facilidad con la que se puede desarrollar una epidemia de una enfermedad que no muestra síntomas tempranos en esos lugares fue demostrada por el ébola, cuyo brote tuvo lugar en África occidental en 2014-2016. Las ciudades con sistemas de suministro de agua deficientes e instalaciones sanitarias deficientes resultaron ser las más afectadas.
El problema de la distancia
Con ciudades densamente pobladas, incluso aquellas con un gran parque central, como la ciudad de Nueva York, a los residentes les resulta difícil mantener distancias seguras para caminar al caminar.
En algunas metrópolis europeas (Viena, Berlín), las autoridades decidieron limitar el número de carriles en la carretera e introdujeron temporalmente el tráfico de peatones y bicicletas allí.
Esto no solo promueve la distancia, sino que también fomenta una mayor actividad física. La capacidad de caminar de forma segura de un punto a otro lo alienta a usar sus propias piernas o una bicicleta en lugar del transporte público o su propio automóvil.
Vegetación en una ciudad pandémica
Las ciudades verdes no solo tienen futuro por razones ecológicas. Como ha demostrado la pandemia en curso, los parques y las plazas brindan un respiro a quienes, encerrados en cuatro paredes, necesitan contacto con la naturaleza. Sin él, no solo su salud física sino también su salud mental se deteriora.
Como explicó Marianthi Tatari, una arquitecta de Ámsterdam, 20 minutos al día entre vegetación es suficiente para mantener un equilibrio mental seguro en una pandemia en curso. Sin embargo, existe un problema sanitario en los parques. Los expertos apuntan a la posibilidad de construir una mayor cantidad de dispensadores de desinfectante de manos.
- Si asumimos que este tipo de pandemias nos acompañarán más a menudo, nuestras ciudades deben ser más fáciles de reorganizar - dice Johan Woltjer de la Universidad de Westminster - Ante la crisis, necesitamos lugares para cuarentena temporal, centros médicos. En los edificios públicos, se deben construir más ascensores y escaleras para que menos personas pasen por ellos.
Los expertos también señalan que las ciudades deben ser más autosuficientes, principalmente en lo que respecta al suministro de productos alimenticios. También es importante pensar en una pandemia al diseñar edificios.
Los edificios de oficinas modernos no se pueden ventilar de manera efectiva, el aire acondicionado lo hace todo por nosotros y, como muestra la crisis actual, la capacidad de abrir una ventana y tomar aire fresco a veces es crucial.
Claramente, tenemos un momento para cambiar las prioridades al planificar el desarrollo urbano. Los planificadores y diseñadores urbanos prestarán más atención a las soluciones prácticas que funcionarán en caso de una pandemia. Puede que no sean demasiado espectaculares y visibles, pero útiles en la vida cotidiana.
Estaciones de desinfección de manos, seguimiento de temperatura y dispositivos de medición, menos tráfico, aceras más anchas y más espacios verdes podrían ser el futuro que nos espera.